lunes, 8 de diciembre de 2008

El Cuarto de Ropa Blanca - Huyendo del huésped del cuarto 2310

"Corre".

"¿Qué?"

"Está subiendo las escaleras."

Sentí la electricidad vertical en mi espalda y solo atiné a arrastrarme hasta el final del pasadizo y encerrarme en el Cuarto de Ropa Blanca. Podía sentir el olor a tabaco y alcohol deslizarse por las ranuras de la puerta. El tapizado guinda, grueso y suave, acolchaba sus pisadas, haciéndolas imposibles de escuchar. ¿Cómo no pude darme cuenta? Eran las 14:15. Ahora medía la distancia que nos separaba por los latidos que daba mi corazón. Por un segundo me faltó el aire.

Ya no entraba luz por la ranura inferior de la puerta.


(...)


El calor me sofocaba y el incienso árabe me mareaba. Que asquerosa combinación.

Me di cuenta que aún seguía en el Cuarto de Ropa Blanca.

"¿Qué pasó?" -pensé.

Me puse de rodillas y miré por el hueco de la perilla de la puerta. Efectivamente, ya era de noche; a penas recuperaba la visión y la tenue luz de los candelabros no ayudaba.

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