lunes, 15 de diciembre de 2008

Pastelería, Cuarto de Ropa Blanca - El plan perfecto

El Tribunal de Inquisición de Lima ya no existía y aún así sobrevivían aquellas viejas locas que buscaban a quien mandar a ser juzgado.
Lady Tennaken, nuestra amistad por fin había llegado a su fin.
Historia convincente, historia convincente. ¿Dónde estás historia convincente?
Estaba vez no sería la intermediaria para mandar a vuestra señora a la hoguera, oh no, sería la mente brillante detrás de todo.
"Pensaré en la historia perfecta mientras busco lo demás."
Me dirigí a la cocina. Cuchillos, cuchillos. ¿Dónde están los cuchillos filudos?

"Buenas tardes Vittorio, ¿Serías tan amable de indicarme el lugar de la platería?"

Sin levantar la mirada apuntó con un cuchillo gigante de carne hacia un estante de madera oscura. Me topé con tres cajones, uno encima del otro, que llegaban hasta la altura de mi estómago. Abrí lentamente el de arriba. No había mucha luz pero aún así el resplandor de los cubiertos me hacía parpadear. Si los cuchillos estuvieran vivos se hubieran sonrojado al ver la monstruosidad del cuchillo que utilizaba Vittorio. Definitivamente ese era el indicado.
Tenía que hacer dos cosas: esperar a que termine el turno de trabajo de Vittorio y pensar en que podrían ligar al pobre con la próxima muerte de Lady Tennaken. El primero no me importaba. El segundo...tampoco.

Mientras pasaban las horas respectivas fui al Cuarto de Ropa Blanca para sacar algunas sábanas limpias. Siempre mantenía ese cuarto en perfecto orden, era mi cuarto favorito. Escogía las sábanas más blancas de todas. Era feliz.
Aún no llegaba la hora esperada y necesitaba tener claro el plan. Me encerré en el cuarto. ¿Debía ser algo sangriento y misterioso? ¿Lento y doloroso? ¿Rápido pero divertido? Que decida ella.

(...)

Al fin. Ya no había alma alguna en la cocina. El cuchillo colgaba filudo en una pared del costado. Floté hasta él y lo puse entre las dos sábanas.
Que comience el espectáculo.
(...)
Toqué tres veces la puerta.

"Buenas noches, Servicio al Cuarto."

Las manos me temblaban de ansiedad. Ya, ya, ya, que abra de una buena vez.

"Ah! Buenas noches, pase."
No podía mantener la sonrisa.
"¿Cómo está Lady Tennaken? ¿Todo bien hasta el momento?"

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